He
olvidado tu nombre.
El
tacto de tus deseos,
tus visitas
en la madrugada.
Y pasado
tanto tiempo,
he acabado olvidando el sabor de tus sueños sobre
mi almohada.
He
olvidado también tu voz, tus palabras.
Aquellas
que decías siempre
cuando pendía
haciendo equilibrios sobre un hilo
y tú
hacías que todo se convirtiera en nada.
Que perdiera
todo el miedo a saltar hacia el vacío.
He olvidado
tu aroma.
El mismo
que tu pelo esparcía al son del viento...
tu pelo
que bailaba siempre, rebelde,
enredándose
entre mis dedos.
He
olvidado el quererte.
La suma
compleja de dos cuerpos en uno sólo.
El
nerviosismo de mi piel buscando tu encuentro.
La lucha
de dos lenguas.
El lenguaje
de tu cuerpo.
Las miradas
cómplices.
Los susurros
al oído haciendo gritar al corazón.
Las
caricias prohibidas y los besos robados.
Mi mano
deslizándose alrededor de tu cintura…
Ahora
todo queda en recuerdos vaciados
de un ayer que no existía.
Lleno de mentiras, fantasías…
Compañeras
de un viaje sin destino accidentado.
Tanto lastre, tan dañino…
…mejor haberte olvidado.