Le regalaba en sus silencios aquellos momentos con los que soñaba algún día poder estar con ella.
Le regalaba miradas llenas de flores que regaba con cada sonrisa.
Le regalaba su corazón en cada palabra. Cada latido impulsado por las ganas de volverla a ver.
Pero ella soñaba lejos.
Soñaba otros mundos.
Otras compañías.
No se percataba, o no quería percatarse, de todo lo que él le entregaba entre suspiro y suspiro.
Supongo que hay historias sin final simplemente porque no encuentran un comienzo.
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