Empezaremos por coger
el trozo de madera que vayamos a tallar. Un trozo de madera que se nos ha
asignado a cada uno con este fin. Sólo tenemos este trozo de madera, no
tendremos ni uno más. Usando una navaja bien afilada vamos redondeando los
bordes, recorriendo toda su superficie con suavidad pero firmemente, dejando
que la hoja de la cuchilla se desplace cortando con todo lo que en su paso se
cruce, teniendo cuidado de quitar cada astilla que encontremos en el camino
para no clavárnosla en la mano. Seguramente a alguna no le prestemos atención y
acabe atravesando nuestra piel. Si esto llegara a suceder, basta con retirar la
astilla clavada, lavar bien la zona afectada para desinfectarla y ella misma
cicatrizará con el tiempo. Seguimos dándole la forma a nuestro trocito de
madera. Cuando hayamos obtenido la forma deseada (cosa que nos llevará nuestro tiempo, a unos más que a otros) pasaremos a darle los
detalles más puntuales. Pequeños detalles que harán que nos sintamos completamente satisfechos con nosotros mismos al contemplar la figura creada. Terminamos de retirar las astillas que hayamos podido
pasar por alto y pasamos a limar la pieza para eliminar todas las impurezas y
que quede lo más lisa posible. Lo más seguro es que hayamos quedado un poco
accidentados en este trabajo por las heridas de las astillas y el roce con la
madera continuo y puede que las manos queden un poco dañadas. Es importante
hidratarlas bien. Para cuando se recuperen, estarán fortalecidas.
Tal vez puedan ahora con la piedra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario